La inversión
en oro siempre ha sido una de las inversiones consideradas más seguras por
todos. Invertir en oro, y específicamente hacerlo en oro físico de
inversión, es hacerlo en un activo seguro, eficaz contra la inflación, la
pérdida de poder adquisitivo y contra los imponderables que puedan aparecer en
un determinado momento, de ahí también su consideración de activo refugio, pero
¿en qué medida me conviene invertir en oro? Analicemos la cartera ideal.
La cesta repartida
El oro
físico de inversión es uno de los activos más seguros y más allá de
su condición particular de activo riesgo para determinados momentos es un
activo que siempre, siempre, en la larga línea de su trayectoria y su historia
muestra una línea ascendente, por ello tener este producto en nuestra cartera
es indispensable, pero veamos en qué medida.
Nadie
debería invertir todo su capital en un único activo, tampoco entonces incluso
en el oro
Nadie
debería invertir todo su capital en un único activo, tampoco entonces incluso
en el oro. Que nadie se engañe para nadie puede ser positivo tener un
dinero recogido y poner todo ese dinero en un sólo activo, eso no es lo
recomendable en ningún caso y el oro por muy seguro que sea tampoco, pues si
conjugamos la cartera, si la diversificamos, lograremos ya no sólo maximizar la
seguridad de la misma, sino que lograremos crear una cartera de distintos
niveles para distintos objetivos y repartida por "vasos
comunicantes".
Dicho
de otro modo lo anterior: con el oro ganaremos siempre, pero no siempre
estaremos ganando con el oro, y para aquellos momentos en los que el oro
esté estable o en fase de bajada es bueno que otros activos aporten rentabilidad
a la cartera (incluso para con esa rentabilidad tomar nuevas posiciones en el
oro), del mismo modo que en otros momentos será el oro el que hará de
fuente de rentabilidad a los otros activos que en ese momentos estén en
pérdidas.
La finalidad es el resultado
No
debemos nunca olvidar que el objetivo del inversor no es ganar dinero
todo el rato, sino que el objetivo del mismo es que en los espacios de tiempo
que se ha marcado esa cartera sea rentable, que el resultado final de sumas y
restas de los activos sea positiva, y que en el transcurso se mantenga segura,
y el oro nos dará ese triunfo, esa carta única y especial para lograr
que ello sea así.
Los
porcentajes y la composición de la cartera para lograr esos resultados
dependerá de cada caso en particular y no hay una varita mágica para determinar
la composición perfecta, una buena receta podría ser la siguiente:
No
invertir aquel dinero ni aquellos bienes que se necesiten para nuestro día a
día, o como se diría en bolsa, "no invertir aquel dinero que no esté
dispuesto (ni se puede permitir) perder". En el oro no se perderá la
inversión, pero no es bueno nunca invertir dinero que mañana se va a necesitar,
pues como se decía siempre ganaremos con el oro, pero no todo el tiempo
estaremos ganando con él.
Del
dinero que sí que nos podemos permitir invertir, dedicar entre un 20-30% en el oro
de inversión que pretendamos dedicar a largo plazo y un 10-15% en oro de
inversión que pretendamos poder desprendernos del mismo en el medio plazo
es una buena medida. Luego tener un plan de previsión también a largo plazo que
nos ocupe un 30-40% más de la cartera, y el resto invertirlo en divisas como
por ejemplo el dólar estadounidense con el fin de tener otro activo poderoso y líquido
con el que conjugar liquidez y planificación puede ser una apuesta acertada.

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