domingo, 25 de marzo de 2018

Los Egipcios y el oro.

 Brillante e inalterable, el oro fue el metal más valorado por los egipcios, que lo utilizaron profusamente en el ajuar y la decoración de las tumbas reales

Los egipcios valoraban de manera singular el oro. Lo consideraban el cuerpo del Dios Ra que al igual que el metal amarillo, era incorruptible. Este gran pueblo de la antigüedad, desarrolló por primera vez, una batería tecnológica en prospección y beneficio del oro y también del cobre así como de una serie de gemas. En el templo de Ramsés III en Medinet Habou (Tebas Occidental), hay una serie de inscripciones que nos indican dónde se hallaba el oro en el Egipto de la época. 

En 1901, el gran arqueólogo británico Flinders Petrie descubrió en Abydos, en la tumba del rey Djer, de la dinastía I (hacia 3.000 a.C.), un brazo momificado que alguien había arrojado en un rincón. El miembro, probablemente de una mujer, estaba envuelto en vendas de lino; cuando Petrie las retiró aparecieron ante su vista cuatro espléndidos brazaletes compuestos de oro, turquesa, lapislázuli y amatista. Las cuatro pulseras, conservadas en el museo de El Cairo con todo su brillo original, son uno de los testimonios más antiguos de la presencia de joyas de oro en el antiguo Egipto.

En varias tumbas predinásticas se han encontrado pequeñas muestras de oro, pero fue en época tinita (el período en el que la capital de Egipto estuvo en Tinis, en el Alto Egipto, hasta la dinastía II) cuando los orfebres egipcios alcanzaron una gran pericia. Este alto nivel se mantuvo en los períodos siguientes, como prueban los hallazgos en la pirámide del faraón Sekhemkhet, de la dinastía III –en particular un recipiente de oro en forma de concha marina y un brazalete compuesto de pequeñas esferas doradas–, así como al ajuar hallado por George Reisner en la tumba de la reina Hetepheres, de la dinastía IV.